28 de julio de 2008

La sirenita o el cuento para adolescentes.




¿Cuántas veces el deseo nos hace pagar un precio demasiado alto que nosotros mismos hemos decidido dar, sin que nadie nos lo pida?
Esta es la historia de la sirenita, la protagonista es paciente esperando hasta la mayoría de edad para llegar a la superficie a ver a las humanos, con los que tanto sueña.
Es del primero que ve que se enamora perdidamente haciéndole olvidar de golpe los consejos de su abuela y sus hermanas, desobedeciendo las ordenes de su padre y poniéndose en manos de la bruja que le hace pagar un alto precio que sin dudar la sirenita paga con agrado.
Que sabe la sirenita de su amado, nada. Se ha enamorado de una imagen del mundo que no conoce, de sus propios sueños y fantasías, pero no de el.
Aun cuando consigue encontrar a su amado y consigue superar la barrera que separa los dos mundos, cambiando todo su cuerpo, aunque incapaz de manejarlo, no puede cambiar el corazón de su amado. Ella esta convencida de que si conociera todo lo que ha sacrificado por el, él se enamoraría irremediablemente de ella.
¿Por qué habría de hacerlo pensaría cualquier lector?
Acaso si nos viniera un hombre/mujer a la que no conocemos, diciéndonos que ha dejado su casa, su familia, todo, por nosotros, ¿nos enamoraríamos rápidamente de ella? Supongo que no.
Pero este cuento nos advierte sobre la precipitación, sobre todo tan común cuando somos adolescentes (y no tan adolescentes). Pero por supuesto el precio de la precipitación siempre es alto cuando intentamos enmendar el daño realizado.
La parte que se olvido Disney de contarnos es cuando sus hermanas le dicen que para retornar a su mundo debe matar a su amor y le dan un cuchillo para que así lo haga. Debe matar a su amor, incapaz de realizar semejante sacrificio, sirenita se ve obligada a vagar como forma de aire durante trescientos años hasta que reciba un alma y vuelva como persona.
El precio de la precipitación, arriesgando todo por nada, siempre trae consecuencias impredecibles que tardamos en subsanar.
Quién no se haya enamorado nunca jamás comprenderá el cuento de la sirenita.
¿Quien no lo daría todo por estar con la persona amada?
Pero despreciar el resto de los amores que conforma nuestra vida es despreciarnos a nosotros mismos y condenarnos tarde o temprano a vagar como seres informes por el mundo.

Artículo publicado en Gato Negro 2 “Cuentos de hadas”

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