28 de julio de 2008

Apología del Cuento clásico

Antes de que los hombres supieran leer y escribir ya sabían narrar.
Reunían a la tribu junto al fuego y a través de los cuentos educaban y transmitían los valores de su cultura, intercambiaban conocimientos y buscaban soluciones filosóficas para los problemas del alma.
Así con el paso del tiempo aquellos cuentos iniciales contados al calor de la hoguera, fueron pasando de boca en boca, de cultura en cultura, de continente a continente, añadiendo o restando valores, ampliándolos hasta convertirlos en mitológicos y asentando las bases filosóficas de las civilizaciones, para llegar a nuestros días hasta convertirse en una de las piedras angulares de ciencias tan modernas como la pedagogía o la psicología.
Fue en el ultimo siglo donde los cuentos al ser recopilados, estudiados y analizados, sufrieron una serie de mutilaciones tanto en su forma como en el contenido de las mismas. Lejos de mejorar el valor estético tuvieron la intención de moralizar y censurar las partes crueles argumentando que la violencia era ajena a la realidad del niño y algo impropio para la educación infantil.
Al banalizarlos de tal manera no solo discriminaron al cuento relegándolo al plano de la educación de los niños si no que quisieron hacer de ellos un elemento inofensivo despojándolos de muchas de las enseñanzas que en ellos se incluía.
Por ello se argumento que los cuentos populares encerraban una serie de crueldades que no eran aptas para el desarrollo emocional del niño.
Muchos están convencidos de que los niños deberían presenciar tan solo la realidad consciente o las imágenes agradables que colman sus deseos. Es decir, deberían conocer únicamente el lado bueno de las cosas.
Pero esto nutre a la mente de un modo unilateral y el niño vive en un mundo que no es un paraíso sino un territorio lleno de tragedias e injusticias.

Artículo publicado en Gato Negro 2 “Cuentos de hadas”

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