LA ESTRUCTURA DEL MISTERIO
La curiosidad, la preocupación, el morbo, la inquietud… todos esos sentimientos establecen tres formas posibles de conectar con el lector de una historia, mediante tres métodos que los escritores del género negro y del terror conocen bien: el misterio, el suspense y la ironía dramática. Pero ¡atención! No debemos confundir estos términos con géneros, puesto que solo dan nombre a las relaciones que se establecen entre el público y las historias, relaciones que varían según la manera de mantener su interés.
Por mucho que dijerán, para mí esta mujer era gafe
El misterio significa crear interés sólo por medio de la curiosidad. Creamos interés para además disimular los datos explicativos, en particular los datos de la trama. Provocamos curiosidad en el público, puesto que él sabe menos que los personajes, sobre esos acontecimientos del pasado, motivamos a los espectadores y entonces de manera deliberada, mantenemos el desconcierto ofreciendo una “pista falsa” para que crean o sospechen hechos equivocados, despistándolos, llevándolos por otras direcciones, mientras ocultamos los verdaderos hechos.Esta técnica de provocar interés diseñando un juego de pistas y sospechosos falsos, de confusión y curiosidad, sólo complace, normalmente, al público del género policiaco o del thriller de terror (Scream, se que lo hicisteis el último verano… las del tipo ¡alguien ha matao a alguien, alguien es un asesino…), que a grandes rasgos cuenta con dos subgéneros, el misterio cerrado y el misterio abierto.
El misterio cerrado sigue el formato de las novelas de Agatha Christie y Patricia Highsmith. Se comete un asesinato en la trama que no vemos en escena. La principal convención es plantear “¿Quién lo hizo?”, y consiste en contar con múltiples sospechosos. El escritor debe desarrollar por lo menos tres posibles asesinos que confundan constantemente al público para que sospeche de la persona equivocada, que sigue la pista falsa mientras se oculta la identidad del verdadero criminal hasta el clímax.
El misterio abierto, es en el qué el público ve como se comete el asesinato y por lo tanto sabe quién lo hizo. La historia se convierte en “¿Cómo conseguirá nuestra protagonista atrapar al criminal?”, (¿os acordáis de “Se ha escrito un crimen” con Jessica Fletcher?) y el escritor sustituye los sospechosos múltiples por una multitud de pistas. El asesinato debe ser un crimen muy elaborado (añado, muy elaborado) y aparentemente perfecto, un esquema complejo que implique diversos pasos y elementos técnicos dignos del C.S.I.Pero el lector sabe que, según las convenciones de este subgénero, uno de esos elementos representa un terrible error dentro del proceso lógico. Cuando el protagonista llega a la escena del crimen sabe de forma instintiva quién lo ha cometido y analiza las diferentes pistas buscando ese error hasta que lo descubre y se enfrenta al arrogante asesino del supuesto crimen perfecto, quien confiesa espontáneamente (a mí siempre me ha encantado esa escena).
En el género policiaco el asesino y el detective conocen los hechos antes de que se produzca el clímax, pero no los divulgan. El público corre detrás de ellos intentando descubrir lo que los personajes clave ya saben. Obviamente, si pudiéramos ganar esa carrera nos sentiríamos perdedores. Intentamos adivinar el quién y el cómo, pero queremos que la maestría del detective ideado por el escritor nos supere.
Sergio Monguiló
Por mucho que dijerán, para mí esta mujer era gafe
El misterio significa crear interés sólo por medio de la curiosidad. Creamos interés para además disimular los datos explicativos, en particular los datos de la trama. Provocamos curiosidad en el público, puesto que él sabe menos que los personajes, sobre esos acontecimientos del pasado, motivamos a los espectadores y entonces de manera deliberada, mantenemos el desconcierto ofreciendo una “pista falsa” para que crean o sospechen hechos equivocados, despistándolos, llevándolos por otras direcciones, mientras ocultamos los verdaderos hechos.Esta técnica de provocar interés diseñando un juego de pistas y sospechosos falsos, de confusión y curiosidad, sólo complace, normalmente, al público del género policiaco o del thriller de terror (Scream, se que lo hicisteis el último verano… las del tipo ¡alguien ha matao a alguien, alguien es un asesino…), que a grandes rasgos cuenta con dos subgéneros, el misterio cerrado y el misterio abierto.
El misterio cerrado sigue el formato de las novelas de Agatha Christie y Patricia Highsmith. Se comete un asesinato en la trama que no vemos en escena. La principal convención es plantear “¿Quién lo hizo?”, y consiste en contar con múltiples sospechosos. El escritor debe desarrollar por lo menos tres posibles asesinos que confundan constantemente al público para que sospeche de la persona equivocada, que sigue la pista falsa mientras se oculta la identidad del verdadero criminal hasta el clímax.
El misterio abierto, es en el qué el público ve como se comete el asesinato y por lo tanto sabe quién lo hizo. La historia se convierte en “¿Cómo conseguirá nuestra protagonista atrapar al criminal?”, (¿os acordáis de “Se ha escrito un crimen” con Jessica Fletcher?) y el escritor sustituye los sospechosos múltiples por una multitud de pistas. El asesinato debe ser un crimen muy elaborado (añado, muy elaborado) y aparentemente perfecto, un esquema complejo que implique diversos pasos y elementos técnicos dignos del C.S.I.Pero el lector sabe que, según las convenciones de este subgénero, uno de esos elementos representa un terrible error dentro del proceso lógico. Cuando el protagonista llega a la escena del crimen sabe de forma instintiva quién lo ha cometido y analiza las diferentes pistas buscando ese error hasta que lo descubre y se enfrenta al arrogante asesino del supuesto crimen perfecto, quien confiesa espontáneamente (a mí siempre me ha encantado esa escena).
En el género policiaco el asesino y el detective conocen los hechos antes de que se produzca el clímax, pero no los divulgan. El público corre detrás de ellos intentando descubrir lo que los personajes clave ya saben. Obviamente, si pudiéramos ganar esa carrera nos sentiríamos perdedores. Intentamos adivinar el quién y el cómo, pero queremos que la maestría del detective ideado por el escritor nos supere.
Sergio Monguiló
Etiquetas: Artículos
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